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El frágil mundo del pueblo bribri
Misteriosa y bella, la cordillera costarricense de Talamanca es el hogar del pueblo bribri. Sorprendentemente, allí mandan las mujeres: ellas encabezan los clanes y velan por el orden de su comunidad y su entorno. Durante siglos, su voluntad inquebrantable se ha regido por un sistema que prioriza lo colectivo y la armonía con la naturaleza, cuyos elementos ven como sagrados y parte de su familia ancestral. Hoy los bribri luchan por preservar las tierras que son, a la vez, su bendición y condena.
El pueblo bribri es uno de los grupos étnicos indígenas más destacados de Costa Rica, con una población de aproximadamente 10.000 personas. Se caracterizan por su organización matrilineal, donde las mujeres lideran los clanes y son las guardianas de sus tradiciones ancestrales.
Su estilo de vida es sencillo: construyen viviendas en terrenos pequeños que les proveen lo necesario para sobrevivir. Buscan vivir en armonía con la naturaleza, pidiendo permiso a los espíritus antes de tomar recursos del bosque.
El cacao que cultivan representa una fuente de ingresos al vender parte de su cosecha para adquirir productos que no producen, como arroz o ropa. A pesar de esto, el 70 % de sus hogares enfrenta necesidades básicas insatisfechas, mientras solo un 13 % de sus miembros logra graduarse de la escuela.
La belleza natural del territorio bribri ha llevado a problemas como la ocupación ilegal de sus tierras. Aunque en 2019 la Justicia reconoció que estas tierras pertenecen a los bribri, la construcción de negocios y hoteles en la zona ha continuado sin control.
Los esfuerzos legales para recuperar su territorio avanzan lentamente, dejando a la comunidad frustrada ante la pérdida de su entorno natural, incluidos árboles milenarios.
Este proceso enfrenta serios problemas de violencia. En respuesta a los ataques y homicidios contra indígenas, en 2015 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos instó al Gobierno de Costa Rica a salvaguardar la vida y seguridad de los bribri. No obstante, en 2019, uno de sus líderes, Sergio Rojas, fue asesinado con siete disparos. Su caso ha sido cerrado, y el abogado de la familia denuncia importantes fallas en la investigación.
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