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Elecciones en Ecuador: muchas dudas, pocas certezas

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Elecciones en Ecuador: muchas dudas, pocas certezas

Las recientes elecciones presidenciales en el Ecuador son, probablemente, las más polémicas de las últimas décadas en el país andino. Aunque los resultados oficiales indican una amplia ventaja para el candidato oficialista, su rival en las urnas denuncia que los comicios fueron fraudulentos y se niega a reconocer el resultado. Aunque esto no es un hecho extraordinario en el panorama político latinoamericano, en el caso ecuatoriano es bastante menos común. Lo que hace que sea importante prestar especial atención al caso.

Si atendemos a los resultados ofrecidos por el Centro Nacional Electoral (CNE), el presidente Daniel Noboa se impuso con más del 55 % de los votos, contra el 44 % de la opositora Luisa González. Un resultado mucho más amplio de lo que vaticinaban las encuestas, que en su gran mayoría apuntaban a un empate técnico.

La aspirante a la jefatura del Estado, representante del correísmo, venía denunciando irregularidades o suspicacias desde hacía días y en ocasiones, meses: entre ellas, el hecho de que el presidente-candidato hizo campaña mientras ejercía el cargo, sin pedir licencia (algo prohibido por las leyes ecuatorianas) o la imposición del estado de sitio en casi un tercio de las provincias del país (que en conjunto concentran alrededor del 60 % de la población ecuatoriana), decretado justo un día antes de los comicios y con validez de dos meses, lo que implica que las reuniones (entre ellas las protestas o manifestaciones) quedan suspendidas a criterio de las autoridades hasta, por lo menos, mediados de junio. 

Pero eso no es todo: en esta segunda y definitiva vuelta electoral presidencial, el CNE prohibió el uso de celulares en los centros electorales, lo que impedía el registro gráfico de posibles irregularidades. La medida no se había tomado en primera ronda ni en otros comicios anteriores. Además, se denunció, de momento en pequeñas cantidades, el cambio de ubicación de centros electorales a última hora y la aparición de actas sin firma, así como la suspensión del voto para los ecuatorianos residentes en Venezuela y las dificultades de observadores internacionales o prensa extranjera para ingresar a la nación andina y acompañar o cubrir los comicios. Las imágenes de militares con los rostros cubiertos subidos a la tarima de las autoridades electorales tampoco contribuyó a ofrecer una imagen de normalidad y ‘tramparencia’, perdón, transparencia democrática, precisamente.

Extraño comportamiento electoral

Pero tal vez lo que más levanta suspicacias (justificadas o no) relativas a los resultados oficiales está en un comportamiento electoral, en principio, muy inusual, estadísticamente hablando. Así que vamos a hacer numeritos para ahondar en este asunto.

La primera vuelta de los comicios, allá por inicios de febrero, dejó un empate técnico entre Noboa y González, ambos con alrededor del 44 % de votos. Al mes siguiente, de cara a la segunda vuelta entre los dos finalistas, el tercer candidato presidencial más votado, Leónidas Iza, ofreció su apoyo a la candidata opositora de cara al balotaje final. En aquella ronda inicial, el candidato del movimiento indigenista Pachakutik había obtenido el 5 % de sufragios, por lo que, en teoría, esto llevaría a la aspirante de Revolución Ciudadana a un piso duro electoral de, sumando el de ambos, 49 % para la ronda final. Un empujoncito más y estaría sobre el 50 % de votos en segunda vuelta. Pero no solo no ocurrió esto, sino que, más bien ocurrió justo lo contrario.

Mientras que en el balotaje Luisa González prácticamente quedó 'clavada' en los mismos votos que había obtenido en primera ronda, Daniel Noboa sumó casi millón y medio de sufragios más respecto a la anterior cita electoral. ¿Pero cómo, si habían sumado fuerzas el segundo y tercero y el resto de partidos eran muy minoritarios? ¿Dónde quedó ese 'piso duro' del 49 %?

Las dudas y desconcierto, además, se acentúan cuando se analizan las cuatro provincias donde Pachakutik tuvo mejor resultado en primera ronda y su rol en la segunda debería haber sido más determinante: Cotopaxi, Bolívar, Chimborazo e Imbabura. Atención.

En dos de esas cuatro provincias, Bolívar y Chimborazo, en la anterior vuelta, la suma de los votos favorables a Luisa González y Leónidas Iza no habrían bastado para superar a Daniel Noboa, pero en las otras dos, Cotopaxi e Imbabura, esa combinación le habría dado una ventaja amplia, de más del 55 % a la candidatura opositora.

Sin embargo, esto no ocurrió en ninguno de los cuatro casos, a pesar de la amplia ventaja de partida en dos de ellos. Pero esperen, porque hay más.

Tanto las irregularidades denunciadas, legales y electorales, como el extraño comportamiento estadístico electoral, están levantando dudas, tanto dentro como fuera del Ecuador, respecto al resultado oficial

Y es que, si hacemos numeritos, veremos que, en esas cuatro provincias analizadas, en la segunda ronda Noboa aumentó su caudal de votos de forma marcada, entre 14 y 25 puntos respecto a la primera, mientras que la suma de González e Iza presentó pérdidas de entre 8 y 19 puntos conjuntos tras sellar su acuerdo. Es decir, la suma de la candidata de Revolución Ciudadana y el candidato de Pachakutik habría restado más votos de los que sumó.

Aunque no en todas las provincias por igual, esta fue una característica que se dio en casi todo circuito electoral ecuatoriano, impactando decisivamente en el total nacional, según los datos oficiales.

Y la combinación de todos estos elementos, tanto las irregularidades denunciadas, legales y electorales, como el extraño comportamiento estadístico electoral entre la primera vuelta y segunda, es lo que está levantando dudas, tanto dentro como fuera del Ecuador, respecto al resultado oficial.

Más allá de los números: una lectura política

Ahora bien, en estos casos hay que saber separar, con la cabeza bien fría, las irregularidades propiamente electorales asociadas al proceso, tanto antes como durante la votación, de las dudas sobre el resultado numérico final, porque no son exactamente lo mismo. Un gobierno o sistema electoral puede no comportarse ni democrática ni legal ni constitucionalmente como debiera antes o durante unas votaciones, pero eso no implica necesariamente que el resultado numérico final haya sido falsificado. Ojo con esto.

¿Qué papel tuvo en esta elección el voto 'anti', que se moviliza mucho más en las segundas vueltas que en las primeras?

Y en política 1 + 1 no siempre son 2. Sí, es posible que estemos ante un fraude electoral que cambió los resultados de las urnas, pero también es posible que el análisis de estos resultados deba hacerse con un enfoque menos matemático y más político.

Por ejemplo, durante años, las relaciones entre el movimiento indigenista ecuatoriano y el correísmo han sido bastante hostiles, por ser suaves. ¿Podría ser que esta alianza no convenciera a buena parte de sus respectivos electores de cara a la segunda vuelta, debido a viejos rencores no sanados? ¿O que volcara a indecisos o votantes 'blandos' hacia Noboa, con la inestimable 'ayuda' de los grandes medios, que advirtieron día y noche del inminente caos del castrochavismo-indigenista si ganaba Luisa González? ¿Qué papel tuvo en esta elección el voto 'anti', que se moviliza mucho más en las segundas vueltas que en las primeras?

Las imágenes de una mujer en un barrio humilde celebrando la victoria de Noboa mientras abraza una imagen en cartulina del candidato, revolcándose de felicidad en calles inundadas por la ausencia del Estado, ¿son apenas una excepción pintoresca o fiel representación de buena parte de la realidad socio-electoral ecuatoriana?

¿Y qué decir del peso en la elección de la compleja realidad regional, con el reciente regreso del 'trumpismo' a la Casa Blanca, más cuando el candidato-presidente es también orgulloso ciudadano estadounidense?

Como ven, el análisis en este caso, como comentamos al principio, debe ser como no suele abundar en política: sosegado y racional. Y nos encantaría poder aclarar tantas dudas, más que razonables, dudas que nosotros también tenemos, y aclararlas de forma completamente contundente y concluyente. Pero no nos corresponde a nosotros responder a todas estas preguntas, sino al pueblo ecuatoriano. Y el futuro de su país depende, en gran medida, de que encuentre las respuestas correctas.

El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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